Header Ads

A comer pancita con el Rey del Barrio

Además de sus dotes histriónicos, “Tin Tan” brilló por su gusto culinario en varias películas y en la vida diaria. Para él, la cocina era antes que nada un motivo para la convivencia familiar.

El actor, cantante y comediante, nace un 19 de septiembre en la ciudad de México. Filmó más de cien películas e interpretó grandes éxitos de boleros como; "Bonita" y "Contigo". Realizó el doblaje de la película "Los Aristogatos", "El Libro de la Selva" y "La Leyenda de Sleepy Hollow y El Señor Sapo".

Los tamales, la pancita y el pozole son algunos de los platillos de la tradicional cocina mexicana que conquistaron el gusto del actor y cantante Germán Valdés y que incluso estuvieron presentes en algunas de sus canciones y películas.


En reuniones familiares y de amigos gustaba de preparar carnes asadas acompañadas de una salsa especial, que solo él sabía la receta. Uno de sus secretos era no agregar sal durante el cocimiento, ya que además de resecar la carne, los granos provocaban que el fuego se apagara.

Para el desayuno no podían faltar los huevos estrellados: tenía la manía de cortarlos en trocitos pequeños antes de comerlos. Durante varias filmaciones en Acapulco adquirió el gusto por la cocina costera. Su afición era ir de pesca y tener lista la parrilla, los condimentos e ingredientes necesarios para guisar de inmediato.
Uno de sus restaurantes favoritos era El Hollywood, ubicado en avenida Hidalgo. Sus preferencias eran muy amplias. Por ejemplo, le encantaban los tacos de nana, de buche y de tripa, pero también productos como el caviar y el foie gras.

Sus gustos y tradiciones alimentarias tuvieron un especial lugar en las diversas películas de “Tín Tan” que conforman la crónica cómica de la vida en México. Ejemplo de ello es en La Marca del Zorrillo en una de las escenas en la cocina, define los más sobrios conceptos hispánico-californianos, a lo que podría entenderse como tal, es el escenario de sabrosas preparaciones, así como de los números musicales animados por las hermanas Julián.

En ¡Ay, amor, cómo me has puesto! y en El panadero “Tin Tan” caracteriza a un tradicional repartidor de pan, provisto de su bicicleta y su infaltable canasta en la cabeza repleta de conchas, bolillos y chilindrinas, en la más pura ortodoxia popular y dando ocasión a las más ocurrentes aventuras.

El Ceniciento muestra las penurias de Valentín, un chamula llegado a la capital que sufre las vejaciones de sus supuestos parientes, encabezados por su Carnal Marcelo.

Andrés Soler encarna a un mefistofélico padrino, encargado de protegerlo; pero que, no obstante sus fines filantrópicos, no duda en “torturar” al famélico Valentín disfrutando ante él de una deliciosa torta sin el menor reparo o intención de convidar.

En otro momento, “Tin Tan” devora los canapés preparados para una espléndida fiesta. A la indicación de la patrona de llevarlos al salón principal, la mujer del servicio repara: “¿Canapés? ¿A poco no alcanzaron las sillas?”.

En esta misma cinta, Soler y “Tin Tan” disfrutan, luego de una descomunal parranda, de unos deliciosos y picosos chilaquiles verdes, servidos con bastante cebolla y acompañados con sus respectivas cervezas frías o, más bien, de unas “cerbatanas bien helodias”, de acuerdo al más puro argot tintanesco.
En su versión festiva del México de los años 50, tocado por los aires progresistas del alemanismo, “Tin Tan” expone un cuadro colorido de la vida popular con sus puestos callejeros de comida, las cantinas y los improvisados expendios de fritangas en los que no faltaban los tés de hojas, acompañados de su infaltable “piquete”.

La tamalera, la enchiladera, la señora de las aguas frescas, el paletero y el característico lechero de barrio son miembros de este cuadro colorido. En El Panadero, después de una decepción amorosa, “Tin Tan” decide irse a la guerra de Corea, decisión a la que sus amigos se suman. En la siguiente escena, descubrimos que “La Guerra de Corea” es una cantina en la más pura tradición urbana mexicana.
 
En Rififi entre las mujeres, “Tin Tan” realiza una escena cómica en la que vende tortas de tinga y de chicharrón. Aunque indudablemente una de las máximas expresiones de la picaresca gastronómica tintanesca, ocurre en El Vagabundo, película dirigida por Rogelio González, en 1953.

Todo gira alrededor de la comida. En una de las escenas, “Tín Tan” merodea un puesto callejero de tacos cuyo encargado, finalmente, se compadece del indigente y le regala uno.

Toda la escena se la pasa saboreando el taco, imaginándose comer un pavo, estrella de la vitrina de El Rey del Pavo, torteria ubicada en la calle de Motolinía. Finalmente, termina por regalar el taco a un niño de la calle.

En otro momento más, “Tín Tan” queda sorprendido y fascinado al percatarse de la austera pero puntual comida que reciben los presos. Ante esto, opta por romper un vidrio en la vía pública con el fin de ser encarcelado y gozar de una cena.

En sus canciones, “Tin Tan” destaca igualmente, con humor e ingenio, las bondades de la cocina mexicana. En la canción de “Los Agachados” hace un despliegue de sabrosas referencias con la mención de buñuelos, pancita, pozole, tacos  de buche, de nana y de cachete; así como de birria, mole de olla, albóndigas, tamales, sopes, quesadillas, pambazos, carne asada, frijolitos, chalupitas y pipianes.


No hay comentarios